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PRIMERA PARTE

 

“Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando.

Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá!!… ya no tuviera necesidad de soñarlas”.

                                                                                              Martin Luther King.

 

 

La primera vez que yo escuché estas frases, emanadas de los labios del Dr. Martin Luther King, en mi temprana niñez, me produjeron ciertos sentimientos encontrados, puesto que durante esos años, no le tomaba el peso a esas palabras, pero con el correr del tiempo, calaron profundamente en mi interior; al saber que yo también tenía el mismo sueño, pero que a veces, se me estaba transformando en una verdadero infortunio. Me recuerdo que por allá en 1978, se daba inicio a la Teletón, idea originaria de actor y comediante de los años 40’s: Jerry Lewis, que aquí en Chile, fue comandada por Mario Kreutzberger incipiente y reconocido animador, más conocido por el público, como Don Francisco en el mundo de la televisión, en donde por primera vez los canales de televisión abierta se unían en una especie de “Cadena Nacional” en pos de una causa común que eran las: “27 Horas De Amor”, con la finalidad de reunir fondos para niños con diversas discapacidades físicas; por aquellos pretéritos años, se encontraban en notable abandono social.

 

A su vez, recuerdo que los testimonios eran de profundo contenido humano, que invitaban a reflexionar a la sociedad de aquel entonces, que también existían otro sector de la población que asimismo eran parte de la sociedad, pero que por diversos motivos, sociales, éticos y me atrevería a decir, sin miedo a equivocarme, que hasta políticos, por el clima “enrarecido” que se estaba viviendo por aquel entonces; todos los argumentos, intentaban crear una conciencia y sensibilizar en la población, cosa que se estaba logrando. La gente iba en masa a dar sus donaciones a la Cuenta Corriente 24.500 – 03 del Banco De Chile, que los participantes de aquella primera Teletón realizada en Chile, repetían, a cada momento, a modo de un “Mantra Religioso”, como intentando de Hipnotizar a la ciudadanía para que cumpliese con el deber de ayudar a los niños discapacitados físicos y, ¡vaya que lo estaban logrando!…

 

Le dije a mis padres, dentro de la inocencia de un niño de 3 años (aunque de aquel suceso televisivo, debo reconocer que sólo poseo vagas imágenes), que también era imperioso ir a contribuir y por ende, fuimos a dar nuestra donación, me sentía feliz con ayudar, con sentirme partícipe de este evento único que se estaba realizando, en un país que estaba siendo asolado por las diferencias no solo sociales sino que políticas; era la primera vez que Chile, se unía en una sola voz, en una sola mente, en una sola idea, en una sola alma y en un solo corazón en son de ser, ante el prójimo que estaba en desgracia, lo más solidarios posibles. Más la meta se estaba logrando, cuando, Don Francisco, invitó al escenario al gran Julio Martínez, eximio locutor y periodista (aunque por vocación y no de profesión, siendo él; de la Vieja Guardia del Periodismo deportivo, desde los años 40’s) y como un poseso, como el Adalid de la Oratoria más excelsa, como un Mesías, como un Profeta De los Sin Voz, alzó su “verbo ilustrado”, encumbró su perorata, cuan Cicerón, como conducida al Altísimo, pronunciando, su ya tan recordado sermón titulado: “Un Canto A La Vida, Un Canto Al Amor”, dirigida al público desde el: “Púlpito De La Elocuencia”… aquí dejo el link de la alocución completa:

http://www.youtube.com/watch?v=7RQxwG71WCo

 

 

Haciendo que sus inspiradas palabras, llenas de una sabiduría, que sólo la vida le da a los  hombres de buena voluntad, penetraran no solo en la dermis y en la mente, sino que sobre todo, en los corazones de los presentes, tanto aquellos que estaban en el teatro, como los que se encontraban en la comodidad de sus hogares frente al televisor; haciendo que muchos se quebraran por sus palabras tan llenas de una sincera verdad, de un sincero amor hacia el prójimo más desvalido. Su prédica a quedado en la historia no solo de la televisión, sino que, a su vez, en el subconsciente colectivo de una Nación; yo en aquel entonces, no le tomaba el peso a sus palabras, pero con los años, hicieron en mí, que la “Cuestión” de la discapacidad, era necesaria tomarla en cuenta, sin importar sus consecuencias a futuro, pero en aquel lejano 1978, yo sólo pensaba en ser partícipe en esta gran obra entregando un pequeño granito de arena en pos de los niños incapacitados. Aún así, ignoraba mi persona, eso sí, de mi propia discapacidad, porque era un niño y sólo estaba destinado, según mi madre, a ser feliz y nada más.

 

Pero con los años, ese sueño, no solo de Martin Luther King, Mario Kreutzberger, Julio Martínez y de cuántos otros más, en mí, se había transformado en una verdadera PESADILLA….

 

 

(Continuará)

 

 

 

Carlo N. Cádiz – Tapia.